“…El trabajo espiritual podría ser definido, en consecuencia, como una inmersión en la dimensión sagrada, distinta del vivir cotidiano que en el estado de conciencia que otorga el brebaje se percibe lejano e irrisorio, ofreciendo con ello un cambio paradigmático y axiológico en la forma de habitar el mundo, un saber trascendental que le permite al sujeto replantear la conexión con el todo y revisar su código ético en lo personal, moral, social, espiritual, ancestral, animal, vegetal y seres sobrenaturales (34) . Mediante el ritual -compuesto por la sonorización, el estado meditativo y el movimiento corporal-, el cuerpo entra en trabajo espiritual y recibe humildad y amor al otro como resultado; se incorporan nuevos elementos simbólicos y conceptuales que le permite a la conciencia rebasar sus límites previos tanto a nivel perceptual, como a nivel empático y creativo (31) .…”