El estudio de los territorios de explotación directa y la interpretación de los restos culturales de los asentamientos requieren un conocimiento del marco paleoambiental en que éstos se instalaron y desarrollaron que requiere a su vez el de las características y evolución de la climatología que, junto a otros factores, contribuyó a modelar los rasgos de los respectivos paisajes y condicionó la actividad humana. El Bronce de La Mancha surgió, se desarrolló y se eclipsó desde el final del Holoceno Medio y durante parte del Holoceno Reciente, superando cambios climáticos aún no bien conocidos, y concretamente los ocupantes del Cerro de La Encantada, asentamiento instalado en un paisaje configurado por la vulcanología, lo hicieron aprovechando los recursos que ofrecía aquel territorio.