A unque sean exhaustivos y rigurosos, los estudios sobre la oferta de mano de obra no distinguen entre los trabajadores pobres y los que no lo son 1 . Pese a ello, las condiciones económicas (activos y capital humano) y el comportamiento de unos y otros difieren radicalmente. De ahí que los salarios de reserva y la importancia relativa de los ingresos y de los efectos de sustitución de una variación de los salarios en su oferta de trabajo puedan ser, asimismo, radicalmente diferentes. Así, el nivel salarial mínimo por debajo del cual el asalariado abandona el mercado laboral (el mencionado salario de reserva), la cantidad de trabajo que proporciona a cambio de ese salario y su actitud ante un aumento de la remuneración pueden diferir entre ambas categorías. De existir tales diferencias, tendrán una influencia considerable en la teoría de la oferta de fuerza de trabajo y en la política de recursos humanos. Pues bien, aunque se ha investigado y analizado extensamente el comportamiento general de la población activa como proveedora de fuerza de trabajo, los estudios relativos a los trabajadores pobres no han sido documentados debidamente, y conviene hacerlo.Los estudios empíricos revelan que el comportamiento de los trabajadores pobres en tanto que proveedores de fuerza de trabajo es distinto por lo general del de sus homólogos que tienen una situación económica mejor. Aunque se observa gráficamente que el de los segundos traza una curva de pendiente ascendente a partir del salario de reserva, con un segmento atípico ante salarios elevados, el de los pobres se caracteriza por una relación negativa (inversa) entre los salarios y la cantidad de trabajo que proporcionan cuando 1