Introducción. La movilidad estudiantil y la internacionalización de la universidad más allá de las cifrasDurante los últimos treinta años el proceso de incorporar una dimensión internacional, intercultural o global a los objetivos, las funciones y la oferta de la educación universitaria se ha acelerado notablemente, en buena medida, debido a un crecimiento sostenido de la cantidad de estudiantes extranjeros que anuncia la intensificación de la competencia para atraerlos ante la eventual emergencia de otros países llamados a incorporarse a la lista de receptores de los más de cuatro millones y medio de estudiantes internacionales que tendremos hacia el 2020 (Ritzen, 2006). Aunque la mayoría de las universidades se han visto afectadas, forzadas o motivadas a gestionar este proceso, las políticas de internacionalización han sido más bien dispersas e inorgánicas (Unesco, 2009). Ello se refleja en que prácticamente no existen instrumentos de evaluación que permitan comprender este fenómeno, de forma que si sabemos poco acerca de cómo estas experiencias afectan a los resultados del proceso educativo formal, sabemos mucho menos sobre cómo interviene en la transformación de valores, normas y comportamientos (Tarabini & Bonal, 2011).En el flujo mundial de exportación y recepción de estudiantes de intercambio los países en vías de desarrollo han desempeñado, por lo general, un rol pasivo en un mercado mundial que adolece de notorias asimetrías, en tanto es nacionalmente segregado de acuerdo a ingresos e internacionalmente desproporcionado según la posición del país (Lörz, Netz & Quast, 2016). Por ejemplo, mientras que ninguno de los países de América Latina figura actualmente en la lista de las veintitrés naciones que atraen mayor número de estudiantes internacionales, en Brasil, México y Argentina la constante migratoria es muy inferior a la que registran los principales países receptores desarrollados: apenas el uno por ciento del estudiantado matriculado en la educación terciaria es extranjero y una cifra similar emigra para cursar estudios superiores en otros países, una asimetría que pareciera estar asociada a factores como la escasez de universidades locales con una calidad suficiente para satisfacer la