“…Algunos estudios se han centrado en el altruismo, como la capacidad para sacrificar la propia ganancia para promover el bienestar de los demás, mientras que otros estudios se han centrado en la conducta prosocial, entendida como las respuestas proactivas y reactivas a las necesidades de los demás que sirven para promover el bienestar. Dicha diferenciación es de relevancia ya que en ocasiones dichos términos son usados de manera errónea en la literatura como sinónimos, sin embargo, se ha de tener en consideración que el comportamiento prosocial, a diferencia del altruismo, no requiere del autosacrificio o ayuda desinteresada, sino que las motivaciones del actor pueden ser diversas (Hasting et al, 2007) La clarificación de ambos conceptos nos permite apartarnos de la dicotomía de la discusión centrada en aquello que caracteriza la naturaleza humana, altruismo-egoísmo, que de hecho llego a teñir incluso los principios de la teoría evolutiva tradicional, pues en línea con lo postulado por Hobbes (1642), Darwin (1871) consideraba al ser humano como individualista, competitivo y egoísta, siendo el comportamiento prosocial insostenible evolutivamente. Sin embargo, años más adelante, la teoría evolutiva sostendría que el comportamiento prosocial es ventajoso y facilita la sobrevivencia (Hastings et al, 2007).…”