“…El actual ciclo de movilizaciones feministas en América Latina, ha enfatizado en variadas aristas en torno a cómo los sistemas educativos producen y reproducen relaciones de dominación asociadas al género y la sexualidad, nos interesa enfatizar en cinco problemáticas: en primer lugar, se ha acusado al aparto escolar de ser una institución que contribuye a la reproducción de relaciones de subordinación hacia las mujeres, reafirmando una masculinidad segura, viril, agresiva y racional (KOROL, 2007); en segundo lugar, se ha criticado el conocimiento científico enseñado en las escuelas, puesto que en numerosas ocasiones se sustenta en ideales de neutralidad, objetividad, universalidad y racionalidad, postulados que han sido acusados de androcéntricos, en tanto se subalternizan las epistemologías que reivindican lo mundano, la parcialidad, el involucramiento, la improvisación y el error (PÉREZ BUSTOS, 2010;COBO, 2010); en tercer lugar, se han criticado los contenidos de las asignaturas de Historia y Ciencias Sociales, por enseñar la historia de los hombres, escrita por hombres (canon bibliográfico masculino) y por visualizar solamente la historia de la heterosexualidad (COBO, 2010;KOROL, 2016); en cuarto lugar, se ha omitido la comprensión del cuerpo como construcción histórica, por tanto, poco y nada se ha profundizado en torno al rol de ideologías, discursos y prácticas que naturalizan la división sexual del trabajo, así como la construcción de ciertos roles y estereotipos de género (KOROL, 2016); y en quinto lugar, se ha puesto énfasis en la relevancia de problematizar el currículum oculto en las aulas y escuelas, ya que se ha sostenido que en las relaciones interpersonales, el uso del espacio físico y la utilización del lenguaje cotidiano se producen y reproducen relaciones asimétricas de poder, en las cuales mujeres y disidencias sexuales se encuentran en condición de subalternidad (KOROL, 2017;GORE, 1996).…”