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Abstract

El título, de alto voltaje declamativo, pone al lector ante un texto que promete una lectura plagada de sinuosidades. Mal-decir es decir mal, pero de una manera que destaca la parte maldita del psicoanálisis, ese espacio que ocupa la psicosis en la trayectoria de Freud y de allí en adelante. Como decía Bataille: "Hablamos en voz alta sin incluso saber qué son esos seres que somos. Y de aquel que no habla siguiendo las reglas del lenguaje, los hombres razonables que debemos ser aseguran que está loco. Los desórdenes de los locos están clasificados y se repiten con tal monotonía que de ello se desprende un extremo aburrimiento". Maldecir en el contexto de este libro equivale a dejarse llevar por la mala dicción, el malentendido, el malestar que responde al intento, por parte de sectores del psicoanálisis, de excluir a la psicosis del análisis o de reservar el cuerpo del diagnóstico como la brújula para orientar un tratamiento. Maldecir en este caso es apostar a plantear polémicas o intervenir en las que están planteadas, plantear dificultades nuevas en lugar de pretender saber como resolver las viejas. * Psicoanalista.