“…Por tanto, el Buen Vivir, como accionar discursivo-práctico de vida entrelazada, también se posiciona en contra de una lógica de modelo económico desposesivo, acumulativohegemónico y de la programación distributiva de la riqueza hecha por el capital (Guzmán y Polo, 2017). Expresando voces de disenso frente a los discursos dominantes del poder (Polonia et al, 2020), despertando una aura radical contra-hegemónica calificada como posdesarrollista, posneoliberal y decolonial (Escobar, 2011;Bretón et al, 2014). Acercándose de este modo, más a una relectura de una política económica del dar o donar (Madroñero, 2015), toda vez que el movimiento aflore principios de igualdad, equidad y solidaridad, con un argumento de respeto de vida común con la madre naturaleza y de incluir a los otros que, históricamente fueron desterrados y considerados por una modernidad como un problema de no respuesta mediata o nunca (Guzmán y Polo, 2017).…”