Se conoce como ginecomastia el desarrollo excesivo de la mama en el varón, que generalmente se acompaña del crecimiento anormal de la glándula mamaria, simulando la mama femenina. En muchos casos su etiología es desconocida; aparece durante la pubertad y se desarrolla de forma evidente en la edad adulta, donde puede agravarse por causas iatrogénicas o por el sobrepeso. En el varón en edad puberal el aumento de la dimensión de la mama cursa con proliferación del tejido ductal, en tanto que en el paciente adulto obeso, la estructura el tejido mamario es especialmente fibrosa y con un tejido glandular habitualmente normal.La liposucción es uno de los procedimientos de cirugía plástica-estética más comunes indicados para la ginecomastia. Sin embargo, el termino liposucción es impreciso, en tanto que agrupa técnicas como la lipoplastia asistida con aparatos de presión negativa para succión, la lipoplastia mecánicamente asistida, la lipoplastia asistida por ultrasonidos y, recientemente, la liposucción asistida por láser. Las dos primeras, al ser procedimientos mecá-nicos, requieren el uso de fuerza significativa para perforar de forma regular el tejido graso fibroso, con maniobras que no están exentas de inconvenientes.Desde su introducción en 1992 por Apfelberg (1), la liposucción asistida por láser ha ido aumentando en su práctica, y desde su aprobación por la agencia FDA de los EE.UU. en octubre de 2006, hemos asistido a una notable proliferación de estudios publicados en revistas de prestigio donde se enumeran sus numerosas ventajas. Los cambios que ocurren en el tejido tratado con la moderna tecnología láser son de ruptura de la membrana de los adipocitos, coagulación de los vasos sanguíneos y linfáticos, y reorganización de las fibras de colágeno. Estas principales ventajosas características del mecanismo de actuación han dado crédito a la técnica de lipólisis láser emplazándola como alternativa o complemento de la liposucción convencional.Varias longitudes de onda se emplean en la lipólisis, destacando la de 1064 nm del láser de Nd:YAG, y las de 924,975, 980, 1320 y 1470 nm, todas ellas de los láseres de diodo. No obstante, las conclusiones de los modelos matemáticos muestran que aun más importante que la longitud de onda de emisión del láser, es de capital importancia la temperatura que debe adquirir el tejido graso durante el tratamiento. Una temperatura de entre 48 a 50ºC, en el interior del tejido subcutáneo, es primordial para inducir fenómenos de coagulación y rotura brusca de la membrana de las células grasas. Posteriormente, por el efecto térmico residual que tiene lugar en el tejido, ocurre activamente formación de nuevo colágeno y, a continuación, contracción y reafirmación de la piel. (2).Los postulados mencionados han sido objetivamente demostrados por Katz y McBean (3) en estudios comparativos de la actuación del láser frente a la técnica de liposucción convencional (4-5). La lipólisis láser consigue durante el tratamiento sellar los vasos sanguíneos y linfáticos, lo cual facilita una rápida recup...