“…Las redes sociodigitales les permiten circular información sobre sus actividades (amplificando su alcance), así como también conectar(se) a un sin número de estudiantes a través de convocatorias para narrar experiencias de violencia, escrachar a acosadores, publicitar talleres de autodefensa, conversatorios sobre la temática, festivales culturales e intervenciones artísticas o «pintas» dentro del espacio escolar, entre otras acciones. Las actividades que realizan, con diferentes grados de participación, constituyen espacios de sociabilidad donde se construyen lazos de solidaridad para la contención, concientización y organización colectiva (Barreto-Ávila, 2018;Mingo, 2020). En términos de Pedraza y Rodríguez (2019), se trata de una tecnopolítica feminista basada en una activación pedagógica de redes que revalora la relación mujeres-tecnologías en los múltiples espacios en los que ocurre, no solo con las tecnologías digitales sino con otras tecnologías de la reproducción, el cuidado, la alimentación, la creación artística; es decir, recuperando la dimensión política de la vida cotidiana.…”