“…En el marco del capitalismo globalizado, dentro del comercio sexual ecuatoriano, las mujeres extranjeras, las mujeres colombianas y, recientemente, venezolanas, son más atractivas que las ecuatorianas como proveedoras de placer; un atractivo no tanto físico sino más bien de comportamiento social, moral y sexual. Las mujeres inmigrantes son más demandadas porque saben tratar mejor a los clientes varones en el ámbito del comercio sexual, también se constituyen en un mejor producto (pura terminología neoliberal), ya que su condición de vulnerabilidad hace de ellas, mujeres más fáciles de controlar y someter, de constituirse en seres excluidos, donde sus cuerpos son territorios abiertos (Ruiz, 2017), espacios de experimentación, de libre comercio, sin fronteras, sin límites, sin voz, sin reglas, sin voluntad, sin derechos. El mercado sexual está impregnado fuertemente por el género, donde las mujeres son objeto de compra, y los hombres son sujetos con capacidad adquisitiva.…”