“…Dicho esto, la sexualidad adulta es el resultado de una confluencia de los impulsos sexuales que se dan en la edad infantil, y la cual se orienta hacia un objeto o un fin. Este desarrollo cobra importancia en la medida en que el ser humano, como ser sexuado, responde a un contexto desde las acciones, comportamientos y emociones, adaptándose o no de manera significativa, y respondiendo a las necesidades del medio, pues la sexualidad no solo se expresa en lo psíquico, sino en lo corpóreo (Celes y Lindenmeyer, 2020) Así mismo, dentro de la metapsicología freudiana existen conceptos esenciales que se asocian con la temática del bienestar humano; estos son: la inhibición, el síntoma, la angustia y el trauma psíquico; la primera, entendiéndola como una disminución o restricción de una función del Yo; el síntoma, como una modificación de la función, que puede ser signo de un estado patológico y puede desencadenar en angustia (Freud, 1926, afectando así al bienestar humano; esto es, en la medida en que se asocia con experiencias y significados particulares del sujeto (Bertholet, 2019). Por su lado, la angustia es para Freud (1926 un signo de alarma de un potencial peligro interno, que puede desembocar en que el Yo se sienta indefenso y, por consiguiente, despliegue una serie de defensas que concluyen en síntomas neuróticos.…”