La deconstrucción se inicia como un pensamiento filosófico propuesto por Jacques Derrida. Esta propuesta surge como una oposición a la lectura que asume una interpretación única impuesta a los grupos marginales y busca resignificar las narraciones a través de la interpretación de los fenómenos ocultos que contienen los hechos contados. Esta propuesta, posteriormente, es adaptada como una metodología de investigación y brinda dos grandes aportes a la investigación educativa: el primero, la deconstrucción genera la transformación de la práctica pedagógica debido a que se indaga en los mismos hechos narrados para reconocer los constructos que sustentan dicha práctica y generar propuestas de mejora en base a la realidad encontrada; lo que constituiría una transformación desde el interior; el segundo porque desarrolla el pensamiento crítico del investigador, debido a que el proceso de deconstrucción demanda la movilización de procesos de alta demanda cognitiva.