“…Nos permitimos resumirla así: si la unión, tal como afirma Descartes, se conoce por una experiencia vital "que cada uno experimenta siempre en sí mismo sin filosofar" (AT III 694, 1-2), accesible a todos los que "se persuaden que no piensan en nada", "que no filosofan jamás" (AT IV 220, 14-15), entonces dicha investigación, en rigor, no es ni puede ser filosófica; solución clásica que se formula en términos negativos (Leibniz, Spinoza, Kant) o positivos -especialmente Ferdinand Alquié, quien ve allí "el descubrimiento metafísico del hombre", y toda la bibliografía que ve en la investigación sobre las pasiones una ciencia empírica sin búsqueda de fundamento, una psico(fisio)logía o una antropología-. 3 Ante esta cuestión, nuestro autor apenas esboza "un ensayo de respuesta" (Marion 2013 es la siguiente: la unión del cuerpo y del alma, en su radicalidad de tercera noción primitiva, plantea una excepción a la metafísica cartesiana, esto quiere decir, según los términos adquiridos desde Marion (1986, especialmente II §6-10), una excepción a la doble onto-teología de Descartes: la onto-teología de la cogitatio, según la cual todo ente es un ens cogitatum y el ego es el primer ente; y la onto-teología de la causa, según la cual todo ente es ens causatum y el primer ente es Dios, también Él sometido a la causalidad, como causa sui. La unión se sustrae a la metafísica, en sus dos formas, porque exige "pensar en nada" -cita que prescinde del "se persuaden que no piensan en nada" (AT IV 220, 14 ns.…”