“…Entre las poblaciones más estudiadas se encuentran aquellos profesionales y trabajadores que cotidianamente establecen una relación cercana con víctimas de violencia o con sobrevivientes de eventos traumáticos tales como médicos, enfermeras, educadores, bomberos, paramédicos, trabajadores sociales, terapeutas de centros de ayuda infantil, abogados, profesionales de servicios de emergencia, policías y psicólogos clínicos (Adam, Boscarino & Figley, 2006;Brady, Guy, Poelstra & Brokaw, 1999;Courtois, 1988;Chrestman, 1999;Cunningham, 2003;Figley, 1995;Follette, Polusny & Milbeck, 1994;Herman, 1992;Joinson, 1992;McCann & Pearlman, 1990;Meda, Moreno, Palomera, Arias & Vargas, 2012;Meyers & Cornille, 2002;Solomon, Waysman, Belkin, Levy, Mikulincer & Enoch, 1992). Sin embargo, los estudios de corte cuantitativo sobre la presencia de ETS en periodistas y/o defensores(as) de derechos humanos es prácticamente nulo (Flores-Morales & Reidl, 2014).…”