“…Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos supusieron un antes y un después en la cobertura periodística del terrorismo, pues adquirieron una dimensión internacional que aumentó el interés informativo (Cali, 2002;Sánchez-Duarte, 2009). Este carácter global se ha repetido en atentados posteriores como el de Noruega en 2011 o el ataque contra el semanario Charlie hebdo en Francia en 2015, entre otros (Cali, 2002;Marthoz, 2017) y se ha visto ampliado ante la nueva realidad del periodismo digital, caracterizado entre otros elementos por el papel activo de las audiencias (Rodríguez-Martínez et al, 2017) o el mayor protagonismo de las fuentes no oficiales (Bennett, 2016), que incluso pueden llegar a alterar el concepto de valores noticiosos (Konow-Lund; Olsson, 2017) y que exigen un replanteamiento de los principios éticos (Cruz-Álvarez; Suárez-Villegas, 2017; Díaz-Campo; Segado-Boj, 2015; Nacos, Seib, 2016;Suárez-Villegas, 2015a;Weimann, 2008).…”