“…Desde el arte, lo experimental se concibe en los sentidos más radicales de juego, manipulación, incluso de improvisación, donde se lleva al extremo la posibilidad de comenzar algo nuevo, sui generis, a pesar de saberse que esto es imposible. Como bien señala Sansi (2016) al respecto, este sentido parece diametralmente opuesto al científico antes planteado. Para la etnografía, constituye la estrategia de aprehensión de los fenómenos (Álvarez Pedrosian, 2011b, 2014a), tanto en lo concerniente a los afectos presentes en las experiencias del trabajo de campo como en las del procesamiento y análisis de la información, dinámicas entre "el campo" y "la mesa" (Velasco y Díaz de Rada, 1997) que son parte de la misma práctica singular de etnografiar tal o cual fenómeno en circunstancias concretas, solo posibles de ser reproducidas (en el sentido científico antes planteado) en dimensiones macro y a escalas de gran generalización, algo también importante como ingrediente de un abordaje etnográfico.…”