“…De ahí que se ha logrado identificar, a lo menos, tres funciones claves de la escritura académica: una función epistémica, en donde los estudiantes revisan, aprenden y transforman los contenidos disciplinares; una función retórica, que implica aprender contenidos disciplinares y las conveniencias propias de la disciplina; y una función habilitante, que tiene que ver con acreditar los saberes que exige cada disciplina e institución a través de las competencias comunicativas (Camps & Castelló, 2013;Marinkovich & Córdova, 2014;Parodi, 2014). Esta última función, es clave en el contexto académico, ya que la escritura permite tanto a los docentes, evaluar el aprendizaje de los estudiantes; como a los estudiantes, demostrar las competencias, saberes y habilidades adquiridas y materializadas, por ejemplo, en un informe de investigación, la resolución de guías didácticas o cuestionarios de preguntas (Reguera, 2012;Parodi et al, 2009;Parodi & Julio, 2017). De esta manera, la explicación -vinculada a la demostración de un conocimiento o un procedimientosería uno de los propósitos comunicativos más frecuentes en el contexto académico (Parodi et al, 2009;Corcelles et al, 2015).…”