“…La primera de ellas se detectó en Lycopersicum pimpinellifolium (Samuel et al 1930), y estaba controlada por cinco genes (1a, 1b, 2, 3 y 4) que individualmente conferían resistencia, aunque rápidamente algunos aislados fueron capaces de superarla. En tomate, la resistencia más eficaz se encontró en Solanum peruvianum, proporcionada por el gen dominante Sw-5, que se caracteriza por desencadenar una respuesta de hipersensibilidad en la hoja que provoca la necrosis del tejido e impide la progresión del virus (Aramburu et al 2000). El coeficiente de penetración de este gen se ha estimado en un 98,7% lo que determina que un pequeño porcentaje de plantas, inferior al 2%, pueda llegar a infectarse.…”