El análisis de diversos criterios referentes a la ubicación y a las características de varios conjuntos de rocas grabadas permite precisar las evoluciones ocurridas, tanto en la organización de los sitios como en los estilos e iconografías asociadas, de todo el Perú. Es también posible reconocer singularidades regionales que reflejan probablemente usos y funciones particulares. Por otro lado, existen diferentes rasgos que se repiten sobre un vasto territorio y un importante lapso de tiempo, indicando continuidades en estas manifestaciones rupestres relacionadas con actividades sociales y religiosas probablemente múltiples.palabras claves: arte rupestre, petroglifos, iconografía andina, rituales precolombinos. El análisis de los contextos en los cuales se encuentran las piedras grabadas, de la organización de los sitios, así como de los estilos y temas tratados, han permitido definir la existencia de diversas tradiciones marcadas por una cierta evolución en los usos y funciones del arte rupestre del Perú (Guffroy 1999(Guffroy , 2003(Guffroy , 2007. Aunque existen, en el Sur del país, unas escasas muestras de arte grabado que pueden ser asociadas a grupos de cazadores recolectores (Bustinza 1991), esta modalidad rupestre parece estar ligada, ante todo, al desarrollo de las sociedades agroalfareras. A las figuras mitológicas frecuentemente aisladas del largo periodo Formativo (Tradición A: 2.500-300 a.C.), principalmente presentes en la costa norte del Perú, suceden las representaciones agrupadas de seres humanos o sobrenaturales, pequeños animales, signos geométricos, figuras complejas y cúpulas (hoyuelos circulares poco profundos) del período Intermedio Temprano (300 a.C-600 d.C.), con una difusión hacia el sur y norte de la primera zona (Tradición B). Una tercera gran Tradición C, caracterizada por representaciones más esquematizadas y estereotipadas de hombres y animales, aparece más tardíamente (entre el Horizonte Medio y el periodo Inca) (600-1.532 d.C.) en el sur del Perú, donde la técnica del grabado sobrevive hasta después de la conquista.A pesar de estas importantes evoluciones, existen indicios, de diversas naturalezas, que permiten establecer lazos entre sitios dispersos en el espacio y el tiempo (Figura 1). La repetición de ciertas asociaciones, tal como la presencia de caminos o de sectores de producción, sugieren que estamos frente a un mismo fenómeno cultural, asociado a prácticas rituales y sociales que evolucionaron durante los tres últimos milenios de desarrollo de las sociedades agrarias precolombinas del Perú.Una revisión detallada de diferentes criterios permite establecer la existencia, dentro de las grandes tradiciones antes mencionadas, de complejos singulares -que reflejan mejor las evoluciones ocurridas-así como de particularismos regionales o culturales -probablemente ligados a la diversidad