“…Como respuesta a esta situación y estrategia de pedagogía social (Limón Mendizabal, 2016;González-Geraldo, 2019) y educación para la inclusión (Ramírez Íñiguez, 2016;Bonilla-del-Rio, García-Ruiz, & Pérez Rodríguez, 2018), las personas con discapacidad optan por diversos caminos para presentarse y comunicarse a través de las nuevas tecnologías y redes sociales que van desde decidir cómo y cuándo revelan su discapacidad (Furr, Carreiro, & McArthur, 2016), hasta plantear contra propuestas o contra narrativas que reivindican su imagen e identidad como ciudadanos y sujetos de derechos (Theodorou & Mavrou, 2017;Pionke, 2018;Pionke & Manson, 2018); o dar un sentido más amplio a las tecnologías de la información y comunicación (TIC), como tecnologías sociales adaptables según su uso y accesibilidad (Navarro, 2009;Shpigelman & Gill, 2014;Alonso & Murgia, 2018;Cuberos, Vivas-García, & Mazuera-Arias, 2019) para facilitar procesos de educación que llevan a la transformación social. Estos procesos de educación en los contextos de las personas con discapacidad se han planteado desde diversos planos como el acceso a la educación regular, dado desde perspectivas de inclusión educativa (CIE-ONU, 2008;UNESCO, 2019), o a formas alternativas de formación, desde la educación popular, que enfatiza en la formación para la transformación social y participación de poblaciones oprimidas o excluidas (Freire, 1970;Jara Holliday, 2010) en contextos diferentes al aula regular, para entregar herramientas y criterios de reflexión que las llevan a expresar sus propios pensamientos y sentires sobre su realidad.…”