“…En general, podemos caracterizarlo como la copia o paráfrasis de un fragmento del trabajo de alguien sin citar el original (Park, 2003), incluyendo también el autoplagio, es decir, entregar nuevamente trabajos académicos ya evaluados (Bretag & Mahmud, 2009). La magnitud de este fenómeno se refleja en su universalidad con estudios en: Reino Unido (Bennett, 2005;Cheung, Stupple, & Elander, 2017), Rumanía (Popoveniuc, 2018), México (Guerrero Sánchez, Mercado Yebra, & Ibarra, 2017), Estados Unidos (Martin, Rao, & Sloan, 2011), Australia (Devlin & Gray, 2007;Howard, Ehrich, & Walton, 2014), Irán (Amiri & Razmjoo, 2016;Poorolajal, Cheraghi, Irani, Cheragui, & Mirfakhraei, 2012), Turquía (Akbulut et al, 2008), China (Hu & Sun, 2016), España (Gómez-Espinosa, Francisco, & Moreno-Ger, 2016;Sureda, Comas, & Morey, 2009;Sureda-Negre, Comas-Forgas, & Oliver-Trobat, 2015),… donde se ofrecen cifras alarmantes de haber cometido plagio por lo menos una vez en la vida , que van desde el 83% referenciado por Bilic-Zulle, Frkovic, Turk, Azman y Petrovecki (2005) al 38% que se constata en el trabajo de Poorolajal et al (2012). Así mismo, nos encontramos con investigaciones que muestran diferencias interculturales: comparaciones entre estudiantado alemán y esloveno (Jereb et al, 2018), o australiano y chino (Ehrich, Howard, Mu, & Bokosmaty, 2016).…”