“…Sin embargo, en los países pioneros en estas prácticas, a finales del siglo XIX, habían comenzado a denunciarse por poco efectivas, dejando paso a nuevas terapéuticas para inmovilizar a las mujeres como el uso de la cocaína o el láudano para los llamados estados premenstruales (Jiménez-Lucena, Ruiz Somavilla, 1999, p.200-201). 7 En los años 1920 y 1930 se desarrollaron nuevas ideas sobre la feminidad asociadas tanto al movimiento feminista burgués, centrado en la reivindicación del sufragismo, como al ámbito obrero y libertario en el que destacaron las propuestas centradas en la igualdad real entre hombres y mujeres, la crítica al matrimonio como institución de sometimiento y el desarrollo de planteamientos rupturistas de las ideas tradicionales de la pareja y del amor (Vicente, 2014). Durante la Segunda República Española, las reivindicaciones de las mujeres cristalizaron en la redacción de leyes concretas que supusieron grandes avances sociales como la implementación del permiso por maternidad, la legalización del voto femenino y la mayor visibilización en puestos políticos, así como el auge de un feminismo organizado dentro del anarquismo (Sánchez Blanco, 2007).…”