Este artículo defiende la idea de que un mejor desarrollo humano en América Latina no puede impulsarse solamente mediante la educación y las inversiones económicas o una combinación entre ambas. Las acciones en estas dos líneas apenas han conseguido reducir los índices de pobreza en el continente. Se ha pasado por alto un problema cultural de fondo, de mentalidades. Investigaciones recientes muestran que los excluidos son presa de la indefensión aprendida, carecen de un horizonte de vida mejor, sus disposiciones y preparación para una actividad productiva, más allá de la supervivencia, son prácticamente inexistentes. La motivación por educarse y romper así el círculo fatal de la pobreza está seriamente dañada. Se analiza la dinámica social que ha engendrado esta situación. Se mencionan algunas iniciativas que han tenido éxito pero se concluye que el problema del desarrollo humano es de índole sistémica y ha de atacarse mediante una política coordinada en los diversos frentes económico, educativo y cultural a la vez.