“…Mientras que muchos lo vieron como una moda inglesa que habría de pasar tan rápido como había llegado, otros, en cambio, encontraron en él un medio de regeneración que podía coadyuvar a la educación física y moral de la maltrecha juventud española (González-Aja, 2011;Torrebadella, 2012dTorrebadella, , 2014c. En cualquier caso, la indiscutible relación entre deporte, en especial el fútbol, y el movimiento regeneracionista (McFarland, 2008, Torrebadella, 2014cTorrebadella-Flix & Nomdedeu-Rull, 2013, 2015, terminó por auspiciar el movimiento asociativo más importante de la historia; un movimiento cuyo sustrato bio-político -la maquinaria de disciplina que se impone sobre el cuerpo tanto en la esfera privada como en el campo de lo social (Chatziefstathiou & Henry, 2009;Moraes, 2012;Smith, 2002)-se reveló como una potente forma de (des)movilización ideológica al servicio de los valores y de los intereses del capitalismo industrial. No es casual, a este respecto, la confluencia de los valores deportivos y los del espíritu del capitalismo -abnegación, esfuerzo, competencia, máximo rendimiento, jerarquía-, de tal modo que, como dice Jean Marie Brohm 1993, 48), "la constitución del deporte mundial corre paralelo a la consolidación del imperialismo".…”