“…Una de ellas fue el chamanismo que, durante los años 60, tal como apunta von Stuckrad, en línea con los planteamientos de Eliade, Jung y Joseph Campbell, se convirtió en una nueva forma de comprensión de las relaciones humanas y la naturaleza, de las habilidades humanas para el acceso a niveles espirituales de la realidad y de llevar una vida respetuosa con el "alma sagrada de la creación" (von Stuckrad, 2014, p. 166). A partir de entonces, el chamanismo ya no fue un camino limitado a las culturas chamánicas clásicas, sino que se consideró al alcance de todos y se expandió, incluso, a los contextos urbanos alejados de la naturaleza en un proceso de recuperación de prácticas chamánicas que se insertan en itinerarios terapéuticos y en circuitos globales (Coutinho, 2016;Labate, 2004;Langdon, 2013;Magnani, 2000;Maluf, 2003). 5 Por ello, los procesos sociológicos, psicosociales, macroeconómicos y sociopolíticos que permean la aparición de un segmento poblacional de consumo para esta emergencia neochámanica han de entenderse desde unas nuevas coordenadas de lo religioso y de su conexión con la sanación.…”