Aunque durante este año se ha hablado, reflexionado e investigado ampliamente sobre el efecto de la pandemia de la COVID19 en la Educación Matemática, en cierta manera es inevitable, en esta editorial del último número de Bolema del año 2020, continuar hablando de esta problemática, dado que parece que la pandemia nos va a acompañar más tiempo del que, en algún momento, se pensó. Al escribir esta editorial ya parece claro que el 2021 será un año lleno de incertidumbres como consecuencia de la pandemia, en particular lo será para la Educación Matemática. En la editorial del número anterior de Bolema (escrito durante lo que se llamó, seguramente de manera no muy precisa, la primera oleada de la pandemia) Miarka y Maltempi (2020) se preguntaban ¿qué será de la Educación Matemática después del coronavirus? En estos momentos parece que la respuesta es que la investigación en Educación Matemática será diferente en muchos aspectos que ya, más o menos, sabemos cuáles son y que lo será, también, en otros que aún no conocemos. Un primer aspecto, previsiblemente, será un aumento de la investigación sobre las acciones que tomaron los profesores en general (y los de matemáticas en particular) en este periodo de pandemia. Al inicio de la pandemia, una de las medidas adoptadas para afrontarla