“…En los últimos años, la educación física, desde su perspectiva de práctica social y pedagógica, como parte constitutiva del currículo escolar y a la cual se le ha delegado la responsabilidad del ámbito corporal, ha sido emparentada esencialmente con un paradigma científico positivista, donde prevalece una visión tecnocrática, funcional e instrumental del área (Pedraz, 2012); lo anterior con una mirada reduccionista, fragmentada y dualista de la persona, quitándole el valor y sentido a la disciplina (Gamboa-Jiménez et al, 2018;Toro, 2007). Desde esta mirada, el cuerpo es concebido como un instrumento, una máquina (Moreno, 2011), el cual debe ser entrenado sin importar las consecuencias en el bienestar de las personas.…”